¡¡Can can por la vida!! la encontré.

Estaba manejando en la mañana camino hacia mi programa de radio cuando accidentalmente me detuve en las líneas peatonales porque el semáforo se puso en rojo justo al momento que me tocaba dar la vuelta..frené y quedé sobre las líneas amarillas, de acuerdo estoy en que no es lo correcto; sin embargo en ese momento era la única opción que me quedaba, afortunadamente no había nadie atravesando, ni perjudicaba a nadie.
De repente un señor atraviesa y al verme parada ahí se suelta a insultos en mi contra y no conforme con eso empieza a golpear varias veces el cofre de mi coche con sus puños cerrados. Sentí palpitaciones fuertes en el corazón, no por miedo, ni por enojo siquiera sino por asombro, mucho asombro y mi reflexión instantánea fue: “de verdad es tanto el enojo en la gente hoy en día?” la parte que más me aturdió es que de repente me caché a mi misma enganchada en el asunto; teniendo una especie de molestia interna; como cuando tienes una basurita en el ojo, o una piedrita molestando en el zapato. Fue en ese momento cuando contándoselo a alguien me dijo: “es que a veces tenemos mucho estrés y lo descargamos en la primera persona que tenemos enfrente o en la primera oportunidad que se nos presenta” y ahí, justo al escuchar esas palabras reaccioné y dije: ¡pobre señor! realmente ha de haber tenido un muy mal día para haber actuado de esa forma; lo que no es justo es que yo que había tenido una mañana agradable; cayera en ese círculo quedándome con ese malestar; contagiada de los problemas que además desconozco de un señor que es completamente ajeno a mí.
¿Qué pasa cuando nos enganchamos?
Internamente nos llenamos de nudos. Nudo en la garganta, en el estómago, en la cabeza y hasta en el corazón. Nos volvemos muy imaginativos; eso sí, pues solemos inventar historias que tal vez ni son ciertas; nos pasan miles de ideas en donde nos convertimos en protagonistas: “seguramente es porque le caigo mal” “mi jefe me vio feo muy probablemente me quiere despedir” “mi novio no me dijo que me veía bonita, será que ya no le gusto?” “no me ha llamado por teléfono yo creo que está enojada conmigo” (aunque ni siquiera exista motivo para tal enojo) , entre muchas otras frases que comúnmente decimos y escuchamos. La realidad es que al tomarnos las cosas de manera personal, las hacemos nuestras cuando es hasta irrespetuoso actuar así pues si alguien nos ve mal, nos habla mal, se enoja, etc…sin motivo aparente ¡NO ES NUESTRO ASUNTO! sino de esa persona. ¿Por qué apropiarnos de un malestar ajeno? ¿por qué apropiarnos de un mal día ajeno? y es ahí donde empezaría aquel círculo vicioso. Una cadena interminable de situaciones poco saludables.
Si tu jefe te ve mal (bajo la perspectiva de tus ojos) y tu le respondes con una sonrisa, tal vez incluso preguntándole si pasa algo o le puedes apoyar y continúas tu camino, haciendo caso omiso a dicha mirada, lo más probable es que no trascienda y si trasciende sería probablemente para bien; tomando en cuenta tu gesto amable. Pero si tu jefe te ve mal (bajo la misma perspectiva de tus ojos) y tu le contestas con una mala cara, entregando de mala gana el trabajo; lo más probable es que él vuelva a reaccionar igual y así sucesivamente hasta que pudiera existir una consecuencia negativa; un despido; un trabajo mal realizado; entre otras cosas. Si tu novio no te dice que te ves bonita pero te abraza y te da un beso; tal vez puedas considerar ese acto y pasar por alto la frase que probablemente sí pensó pero que por alguna razón no mencionó. O incluso estaría en su derecho de no considerar que ese día particularmente te vieras más bonita de lo usual. Sin embargo eso no querría decir que no te quiere ni que no le parezcas atractiva.
Podríamos poner muchos ejemplos similares a los anteriormente mencionados y todos nos llevarían al hecho de que: Cada cabeza es un mundo. Cada persona tiene una historia de vida completa y diferente, llena de ideas, proyectos, y diferentes circunstancias, las palabras y actos son reflejo de su experiencia de vida y aprendizaje; no podemos esperar que todas las cabezas piensen e interpreten de la misma manera. Ni podemos pensar tampoco que a todos nos iría exactamente igual, pues somos reflejo de diferentes experiencias.
La comunicación es básica, sin prejuicios. Se vale preguntar: ¿todo bien? ¿te pasa algo? y tratar de enterarnos qué está sucediendo; aunque también como receptor de dicha pregunta es válido no querer siquiera contarlo. Pero lo que no se vale es hacer hipótesis y especulaciones dándolas por hecho. Si digo que no se vale no es por las demás personas; sino por uno mismo. No se vale autodestruirse con nuestra imaginación. Un claro ejemplo de esto son las personas celosas quienes generalmente sufren más que los celados, pues tienden a tener historias sumamente dramáticas en sus cabezas cuando en numerosas ocasiones el evento es simple y mucho menos complejo que el imaginado.
El engancharse con algo y tomar palabras o acciones ajenas nos hace otorgar a alguien más la capacidad de manejarnos emocionalmente, ¡aún cuando ese alguien ni siquiera lo tuviera pensado! es más, aún cuando tal vez ni siquiera se entere. La única persona responsable de nuestro bienestar es uno mismo.
William Shakespeare escribió “no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida”. Y sí; hay gente que piensa diferente a uno, con acciones y actitudes que nos pueden parecer incluso aborrecedoras sin embargo solo dependerá de ti si te enganchas repitiendo una y otra vez lo mucho que te molestó dicha actitud ó si lo asumes y logras que con ello crezca tu madurez interior; comprendiendo que simplemente así son las cosas y sin ir más allá de los porqué nos enfocamos en el “qué puedo hacer positivo con ello". Antes de juzgar aprendamos a aceptar y saber que esa persona está haciendo lo mejor que puede, ó lo que sabe hacer; tal vez está reaccionando a otra situación y de nosotros dependerá el cortar esa cadena tóxica o continuarla contagiando a quien probablemente no tenga nada que ver en el tema.
La vida es. Si te gusta o no, depende solo de ti. Si te quedas fijamente contemplando aquella acción que te molestó ó si logras tener la capacidad para respirar y ver el panorama completo será tu decisión. La vida es; y se va.

Un día nacemos y aparecemos en un lienzo llamado vida. De nosotros dependerá qué clase de pintura crear. Hemos de analizar y respetar que el que otros actúen distinto no es ni bueno ni malo; simplemente es. Y podemos engancharnos en nuestras diferencias sintiendo todos esos nudos y frustraciones; ó podemos aprender que juntando parte de esas diferencias y nuestra perspectiva de vida se puede lograr algo mucho más completo y armonioso.
Si estás extendiendo tus alas; los vientos pueden asustarte y dejarte caer ó puedes agarrarte fuerte de tus alas y utilizar ese mismo viento como impulso para avanzar hacia adelante.
Cada quien juega su propio juego; tan divertido ó aburrido como lo quiera jugar; lo que sí es un hecho es que cada quien merece tener la oportunidad de escogerlo; y sería muy egocéntrico y equivocado pensar que los juegos de los demás circulan en torno a nuestras reglas.
Tu decides qué juego jugar ; la vida te puede sorprender con un “¡can can por ti , perdiste! por tomártelo personal” y pasártela escondido observando cómo los demás siguen jugando; ó puedes escoger jugar uno con tus propias reglas en donde cada integrante que llegue te sume y te provoque más ganas de seguir disfrutando el juego.
Yo mejor digo: Can can por ¡LA VIDA! que como yo YA LA ENCONTRÉ se me permite seguir jugando.
#empoderamiento #pensamientospositivos #reflexionesdevida #danielacarvallo #experienciapersonal #vive #bienestaremocional #emociones