Retomando:Nov 19, 2014. Inspirado en una vivencia personal y en la frase mostrada en mi imagen del escritor: Eckhart Tolle.
Todos hemos pasado alguna vez por aquella incertidumbre de no tener una sola idea de qué está pasando en la cabeza de los demás. La parte más difícil de ello no es el no tener ese conocimiento; sino pasar (erróneamente por cierto) angustias queriéndolo entender.
Alguna vez pasé por algo similar; y esa alguna vez pudo haber sido hace años o hace un par de días y sería exactamente lo mismo, pues los seres humanos somos testarudos y no queremos ver lo que podría doler. Sin embargo en esa ocasión de la que hablo en particular tuve la ¿”oportunidad”? de que aquella persona que durante algún tiempo me generó tantas dudas por diversas explicaciones no dadas; llegara a mi puerta y entre varias cosas más me dijera: “te quiero mucho” . Y un te quiero mucho para alguien que quiere como quiero yo; resulta algo grande (el asunto es que no todos queremos igual, ni en igual intensidad y estamos todos en nuestro derecho de que así sea), total que al escuchar la frase y después de permanecer un par de minutos callada me “armé de valor” y sin importar si la respuesta que obtendría me gustaría o no; respondí: ¿y por qué dejaste de demostrármelo? .
Puedo ahora confesar que en esa simple pregunta iban implícitas en mi mente, miles de cuestionamientos, intrigas, suposiciones y ¡hasta propuestas! las cuales se quedaron justo ahí atoradas en mi garganta pues opté por no decir absolutamente nada más.
Al escuchar su respuesta; internamente juzgué; pensé que era algo absurdo que me respondiera eso; cuando uno tiene una duda que carcome espera que al ser resuelta sea directamente proporcional; por ende esperaba una GRAN explicación. No fue asi; la respuesta fue INVERSAMENTE PROPORCIONAL . Fue breve, tan breve como había sido nuestra estancia juntos (cosa que en su momento tampoco me agradó pues tal vez “esperaba” yo en ese entonces algo proporcional a mis sueños, ideales, amor y ganas de tenerle cerca).
Aquel día después de que se fue entendí que su respuesta era exactamente la misma razón del por qué yo había callado tanto, y tantos días. Entendí que ¿quién es uno para juzgar cuando de alguna forma se encuentra ó se ha encontrado igual? supe que ese paseo de no saber para dónde girar alguna vez lo recorremos todos. Y tal vez yo hoy ya lo terminé pero debo permitir que quien sigue “paseando” por ahi experimente y descubra solo la salida.
Su respuesta fue: “por miedo”
La diferencia entre ese día y hoy es que ahora cuento con un trayecto recorrido teniendo como aprendizaje que sería irrelevante el saber ¿miedo a qué? pues cuando una duda puede más que una razón no habrá argumento ni fuerza que la extingan, por mucho que uno quisiera.
Hay miedos que uno no elige tener, por creencias limitantes desde niños cargamos con ellos, sin embargo SI es a elección quitarse esas mochilas tan pesadas, descansar la espalda y gozar un nuevo camino. No nos corresponde a nosotros el quitarle esas mochilas a sus propietarios, pues ellos tienen el derecho de conservar el dolor de espalda el tiempo que gusten conservarlo.
Cuando a una persona que se quiere mover se le trata de retener jalándole, abrazándole o queriéndole empujar hacia nuestro lado; corremos el riesgo de que AMBAS PARTES pierdan equilibrio y se caigan. Dejar ir a quien llena su mochila de dudas puede resultar saludable, aun cuando pueda doler, ya que no habrá argumento alguno que pueda aligerar dicho peso.
Hay gente a la que entre más alto se le ofrece ir más vértigo padece y prefieren quedarse “estables” abajo (aunque esa estabilidad resulte incómoda y poco gratificante). Habemos quienes emprendemos vuelos aún cuando a veces tengamos que tomar alguna pastilla para no marearnos. Lo más extraño en esto es que la mayoría de las veces los miedos están originados por la presión social en donde es “inadmisible” fracasar…y yo pregunto: ¿qué fracaso hay peor a no intentar? si no intentas algo, lo que sea que quieras hacer, tu respuesta siempre será negativa. Sin embargo intentando SIEMPRE existirá al menos la probabilidad de conseguirlo. El miedo paraliza y me es curioso pensar que. Toda persona que ha triunfado en cualquier aspecto de su vida lo que menos tiene es estar paralizado. Sin importar las veces que haya tropezado y las veces que haya tenido que arriesgar. ¿Por qué permitirnos el dolor de obtener un “NO” definitivo a nuestra felicidad cuando podríamos EXPERIMENTAR CON POSIBILIDAD DE OBTENER UN SÍ.
Hay preguntas que no tienen respuesta, o al menos que no conocemos; pero que hoy pudieran ser irrelevantes conocer, pues si yo callé tantos días, tantas cosas fue precisamente por “miedo” a perderle. Cuando probablemente él llevaba ya meses de encontrarse perdido.
Si tú que lees esto aún quieres mucho y ya dejaste atrás tu mochila ¡no dejes de demostrarlo! No puedes decir y sentir cosas tan lindas y guardártelas, haciendo nada con ellas, eso sí es inadmisible. Acciona, lucha, demuestra; sé congruente entre lo que dices y haces. Pero si notas que demostrándolo la otra persona sigue cargando su mochila y no la quiere dejar, puedes experimentar dejar ir y así evitar perder el equilibrio.